
Alrededor del 14% de los recién nacidos, unos diecinueve millones, se encuentran en riesgo de sufrir daños neurológicos por escasez de yodo, lo que podría menoscabar el desarrollo de sus capacidades y frenar el avance intelectual de los países, según informe de UNICEF y GAIN
La falta de yodo provoca consecuencias irreparables en el desarrollo cerebral. De hecho, un gran número de enfermedades mentales y factores de deterioro de la capacidad intelectual se asocian a la escasez de este elemento. Dicha carencia influye negativamente en el progreso educativo de los países y, de esta forma, daña su desarrollo socioeconómico.
“Los nutrientes que ingiere un niño en sus primeros años determinan su
desarrollo cerebral para toda la vida y pueden perjudicar su posibilidad
de tener un futuro próspero”, indicó Roland Kupka, asesora
superior de nutrición en UNICEF.
En 1993, la Organización Mundial de la Salud advirtió de
que aproximadamente un 29 % de la población
mundial se encontraba en riesgo,
con 110 países que registraban un
nivel de consumo de yodo por debajo del adecuado. De esta
manera, el combate contra la falta
de yodo se convirtió en una
cuestión de especial relevancia en el ámbito de la salud pública
internacional.
En
este sentido, el documento elaborado por UNICEF y GAIN señala que la yodación resulta eficaz y rentable, con
un coste de entre dos y cinco centavos por niño anualmente. Cada dólar supone
una tasa de retorno de 30 dólares, dado que implica el aumento de la capacidad cognitiva a largo plazo.
“Gracias a los esfuerzos colectivos de los gobiernos,
la industria, la sociedad civil, UNICEF, GAIN y muchos otros, estamos a punto de poder garantizar que los
niños ingieran la cantidad
apropiada de yodo. Pero
todavía queda mucho por hacer para acabar con la escasez y esperamos que otros se unan para intensificar los
esfuerzos en pro de la yodación de sal en las áreas que presentan mayores
dificultades”,
declaró Greg S. Garrett, director políticas alimentarias en GAIN.
Asia meridional presenta la
mayor proporción de niños afectados
por este problema, aproximadamente
4,3 millones. Sin embargo, constituye la segunda región en cuanto distribución
de sal yodada, solo superada por Asia oriental y el Pacífico, la cual exhibe una tasa de cobertura del 91 %.
La menor
tasa de cobertura se observa en África oriental y meridional, donde alrededor del 25 % de la población no tiene acceso a sal
yodada, lo que deja a 3,9 millones de bebés
vulnerables cada año. (Fuente: Noticias ONU,Foto:UNICEF)
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