La producción de papas a pequeña escala y en el marco de la agricultura familiar contribuye a reducir el hambre y promueve el uso sostenible de la biodiversidad.
La versatilidad de su cultivo y su capacidad para crecer en diversas condiciones convierten a este tubérculo en esencial en las estrategias de alimentación de zonas donde los recursos naturales son limitados, especialmente la tierra cultivable y el agua, y donde los insumos son caros.
La papa es también un cultivo respetuoso con el medio ambiente, ya que en comparación con otros genera niveles bajos de emisiones de gases de efecto invernadero.
Hay una gran diversidad genética de papas, con más de 5000 variedades mejoradas y sus numerosas variedades cultivadas y locales, muchas de las cuales son exclusivas en la región del Altiplano en América Latina.(Fuente: Noticias ONU, Foto: FIDA/P. Vega).
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