A pocas horas del vencimiento del plazo para pagar a sus acreedores, el gobierno griego continuaba adelante con su propósito de realizar el referendo del 5 de julio del año en curso, en el que consultará a su población si acepta o no las condiciones que le ha impuesto la troika.
Esta decisión como era de esperarse ha provocado una dura reacción de sus socios de la eurozona, quienes no tienen previsto prorrogar el plazo-30 de junio- y más bien se sienten traicionados por el gobierno de Alexis Tsipras, que en la práctica desconoce los acuerdos que se habían ido logrando.
De otro lado un manto de incertidumbre se cierne sobre la banca griega, que sobrevivía con la financiación de emergencia del banco central, más aún con trascendidos de que el gobierno podría imponer controles de capital y mantener a sus bancos cerrados, para evitar una corrida de depósitos.
Se sabe que el Banco Central Europeo (BCE) no elevaría el nivel de la financiación de emergencia, sumando presión sobre los bancos griegos, en cuyos cajeros formaban colas entre 40 a 50 ciudadanos, según las agencias de noticias.
Como resolverán Grecia y sus acreedores este problema, se verá en las siguientes horas cuando culmine el plazo. Lo cierto es que una gran mayoría en el país heleno desea permanecer en la zona euro; pero el gobierno de Tsipras no es partidario de que se afecten las pensiones y salarios de sus pobladores. Resumen agencias)
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