Los ancianos, con su sabiduría y experiencia,
tienen la capacidad de seguir contribuyendo al desarrollo de la sociedad,
pero lamentablemente muchos de ellos son marginados con políticas y prejuicios
que los dejan a merced de la pobreza
y el aislamiento social, denunció
recientemente la Santa Sede ante la ONU.
El
Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, Monseñor Bernardito Auza, dijo estas palabras
durante la octava sesión del grupo de trabajo sobre el envejecimiento, que fuera convocado entre el 5 y 7 de julio por el organismo mundial bajo el tema “Participación
activa de las personas mayores
en el desarrollo”.
El
representante vaticano señaló que “a medida que la población anciana crece
rápidamente en el mundo”, la atención a este sector es cada vez más
crítica. Ello exige la urgente elaboración de
“medidas concretas y prácticas” que garanticen la protección de sus
derechos humanos y respondan a sus necesidades, afirmó en su discurso.
Según
el último informe sobre población mundial elaborado
por la ONU, a finales de 2017 se prevé que las personas con más de 60 años
rozarán los 1.000 millones y representarán el 13% de la población total.
En
ese sentido, Mons. Auza recordó las
palabras del Papa Francisco, quien
advirtió que si bien “gracias al progreso de la medicina, la esperanza de
vida ha aumentado:! la sociedad
no se ha expandido a la vida!”,
pues no se ha organizado lo suficiente como para dejarles espacio a los ancianos, “con el debido respeto y la
consideración práctica de su fragilidad y dignidad”.
El
Observador Permanente advirtió que
los ancianos “son desproporcionadamente susceptibles a la pobreza, la mala salud,
la discapacidad, el aislamiento social, la violencia, el abandono”, las guerras
y factores que atentan contra su dignidad
humana.
En
ese sentido, el representante vaticano
exhortó a que los esfuerzos del organismo internacional se centren en abordar y
asegurar medidas que contrarresten “las políticas,
prácticas y prejuicios” que suelen
marginar a estas personas “que alguna vez estuvieron en el centro de nuestras familias y comunidades” y a “superar lo que el Papa Francisco denunció como
‘las deficiencias de una sociedad programada para la eficiencia’”(Resumen en base a nota de ACIprensa)
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