“En cualquier crisis
los niños son los más vulnerables, y los eventos climáticos extremos que
estamos viendo alrededor del mundo no son la excepción”, ha dicho Ted Chaiban,
director de programas del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF).
Chaiban aseguró
en un comunicado que los fenómenos climáticos extremos que están en aumento
son una “cruda visión” del mundo que se le está dejando a las generaciones
futuras. "A medida que hay más eventos climáticos extremos
aumentan la cantidad de emergencias y crisis humanitarias, y quienes pagarán el
precio más alto son los niños", expresa.
Durante junio y julio
se registraron temperaturas récord en gran parte del hemisferio norte, y la
Organizaciòn Meteorològica Mundial (OMM) informó que los primeros seis meses
del año convirtieron a 2018 en el año más cálido en la historia con un fenómeno
de La Niña registrado.
Desde América del
Norte hasta Asia oriental y desde el Círculo Polar Ártico hasta Europa, grandes
partes del mundo han experimentado olas
de calor, sequías, incendios forestales, inundaciones y deslizamientos de
tierra que han causado lesiones y pérdida de vidas, daños
al medio ambiente y pérdida generalizada de medios de subsistencia como
cosechas.
Además, los países de
Centroamérica y el Caribe se están preparando para el pico de la temporada de huracanes
mientras aún intentan recuperarse de los daños causados en 2017.
Las consecuencias para los niños
En el caso
del calor los niños están especialmente en riesgo porque se ajustan más
lentamente que los adultos a los cambios de temperatura, y los bebés
son más propensos a morir de insolación porque no pueden regular su
temperatura corporal o controlar el ambiente que los rodea. Además, debido a la
evaporación, el calor extremo aumenta la necesidad del consumo de agua potable.
Las
inundaciones amenazan también la supervivencia y el desarrollo de los niños,
que pueden resultar heridos o ahogados durante estos fenómenos que además
comprometen el suministro de agua potable y aumentan los riesgos de diarrea y
otros brotes de enfermedades. Además, el daño a sus viviendas pone en peligro
su bienestar.
Con las
sequías los cultivos mueren, así como el ganado, causando una disminución de
ingresos y un aumento en el precio de los alimentos que afecta a las
familias más pobres. La escasez de agua también es un factor que motiva la
migración, cuyas complicaciones afectan especialmente a los niños.
“Es vital que los gobiernos y la
comunidad internacional tomen medidas concretas para salvaguardar el futuro de
los niños y sus derechos. Los peores impactos del cambio
climático no son inevitables pero el momento de actuar es ahora", aseguró
Chaiban.
Un llamado a la acción
Aunque los fenómenos
climáticos individuales no pueden atribuirse específicamente al cambio
climático, la
creciente frecuencia y severidad de los eventos meteorológicos extremos están
en concordancia con las predicciones de cómo las actividades humanas están
afectando el clima global.
Estos eventos causan
muerte y devastación y pueden contribuir a la propagación de enfermedades y
condiciones mortales para los niños, como la malnutrición, la malaria y la
diarrea. Además, si su frecuencia y magnitud continúan en aumento se separará
la capacidad mundial para mitigarlos y proporcionar ayuda humanitaria y los
riesgos para los pequeños aumentarán.
Actualmente UNICEF
trabaja, entre otras medidas, para fortalecer los sistemas de educación y salud
y hacerlos más resilientes a los fenómenos naturales. También ayuda a los niños
que han sido desplazados por este tipo de eventos y trabaja con los gobiernos
para incluir la perspectiva de la niñez en las estrategias nacionales contra el
cambio climático.(Fuente: Noticias ONU).
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