Hace 75 años, la Declaración de Filadelfia fue
adoptada unánimemente por la Conferencia
Internacional del Trabajo reunida en Filadelfia,
el 10 de mayo de 1944. El texto fue decisivo para definir los objetivos de la OIT.
Cuarenta y un estados miembros
enviaron sus delegados a la reunión de Filadelfia,
en Estados Unidos. En ese entonces,
la Secretaría de la OIT operaba provisionalmente desde Montreal, Canadá, habiendo huido de la
guerra en Europa.
Con el final del conflicto a la
vista, la OIT buscó reafirmar sus principios fundadores y adaptarlos a
las nuevas realidades y a las aspiraciones de un mundo mejor. La Declaración
de Filadelfia, adoptada unánimemente por los delegados, fue la expresión de
esta visión.
"Esta Declaración es el coronamiento y la confirmación de los esfuerzos de quienes redactaron la Constitución hace 25 años”, en
palabras del Director interino y
principal autor de la Declaración, Edward Phelan. “Es una
estrella polar que permite a las autoridades
nacionales e internacionales orientar su trayectoria
con mayor certidumbre que antes hacia la promoción del bienestar común de la humanidad
como el horizonte que debe ser alcanzado, independientemente de las tormentas
económicas que puedan encontrar".
Después de la CIT, el documento adoptado fue firmado
oficialmente durante una ceremonia en la Casa
Blanca, en Washington DC, en el escritorio presidencial del F.D. Roosevelt.
La Declaración amplió
el campo de acción de la OIT al
afirmar la importancia central de los derechos
humanos en las políticas sociales.
Proclamó que este debería ser el objetivo central de todas las políticas
nacionales e internacionales, defendiendo la necesidad de que la OIT examine y considere, “teniendo en cuenta este objetivo fundamental,
cualquier programa o medida internacional de carácter económico y financiero".
La Declaración de
Filadelfia puede ser considerada como uno de los documentos decisivos que
contribuyeron a configurar el orden
mundial después de la Segunda Guerra
Mundial, estableciendo los principios
rectores de las políticas sociales
y económicas dentro de ese orden.
En 1946, la Declaración
se anexó a la Constitución de la OIT , y desde
entonces ha servido de inspiración para la elaboración de otros instrumentos internacionales, incluida
la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Los principios esenciales de la Declaración siguen siendo tan relevantes como lo eran hace 75
años, y continúan inspirando el trabajo de la OIT en los albores de su segundo siglo. (Fuente: OIT)
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