Hoy, 22 de mayo, se
cumplen 25 años del Convenio sobre la Diversidad Biológica que, desde 1992, se ha
ido aplicando a través del trabajo
de los países, las organizaciones internacionales, las comunidades indígenas y locales, los expertos y la sociedad civil.
Con motivo de ello, se celebra el Día Internacional de la Diversidad Biológica,
en el que la ONU recuerda
que la protección de los ecosistemas constituye una preocupación
global.
Antonio Guterres ha aprovechado la ocasión para reiterar que
la buena gestión de las áreas naturales constituye un requisito
para garantizar nuestro futuro y el de las generaciones venideras: las actividades
agrícolas representan un medio de subsistencia
y contribuyen a la alimentación de
millones de personas en el mundo; los bosques albergan una amplia variedad
de productos para la explotación, purifican el aire y garantizan un agua más limpia.
Ha explicado que los Estados parte del Convenio
comenzarán a trabajar en un nuevo plan de actuación para garantizar, de cara a
2050, que se preserve la biodiversidad “de la mejor manera posible”.
“El mundo entero debe sumarse a esta iniciativa”, indicó e instó “a
los Gobiernos, las empresas y la población de todo el planeta
a que actúen para proteger la naturaleza
que nos sustenta”.
En su mensaje, Cristiana Paşca Palmer, secretaria
ejecutiva del Convenio, destacó
que la biodiversidad está en el
núcleo de la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible: su deterioro
abarca otros desafíos, como el cambio climático, el agua, la inseguridad alimentaria y la salud
pública, que “pueden conducir a consecuencias catastróficas para la existencia humana en el planeta”, advirtió la representante.
Preservar
la naturaleza es una de las responsabilidades
de la comunidad internacional. “No tenemos mucho tiempo,
pero tenemos mucho poder si
trabajamos juntos, de manera colaborativa, para cambiar la forma en la que
usamos la naturaleza y la biodiversidad”, añadió.
Pese a ser
conscientes de sus beneficios, “la pérdida de biodiversidad persiste en todo el planeta”, ha denunciado el Secretario
General de las Naciones Unidas.
De hecho, los bosques naturales de todo el mundo
han pasado de unos 10,6 millones de hectáreas en la década de 1990 a 6,5
millones de hectáreas entre 2010 y 2015, y se han extinguido cerca de 150 razas de ganado doméstico entre 2000 y 2018.
Sin embargo, una investigación de
la revista BioScience señala que las
tendencias actuales de estabilización
de la población, mitigación de la pobreza y urbanización
favorecen a la conservación del medio y ofrecen nuevas esperanzas para la
biodiversidad.
"Haciendo
deducciones razonables a partir de
los patrones actuales, podemos
predecir que dentro de 100 años la Tierra
podría estar habitada por entre 6 y 8 mil millones de personas, y muy pocas permanecerán en la pobreza extrema, la mayoría vivirá en pueblos y ciudades, y
casi todas participarán en una economía
de mercado interconectada e impulsada por la tecnología", dice el resumen del estudio.
Según la investigación, la clave se encuentra en una gestión
eficaz de la urbanización: las ciudades llevan a las personas a tener familias más pequeñas y
a aumentar sus ingresos, por lo que
pueden optar por conservar la naturaleza a través de sus decisiones de compra y sus estilos de
vida. (Fuente: Noticias ONU).
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