Exactamente, el porcentaje de mujeres que compitió por un escaño en 2017 creció casi cinco puntos
al pasar del 22,3% al 27,1%, según el informe
anual de la Unión Parlamentaria,
presentado el viernes 2 de marzo.
El aumento de la participación política se produjo gracias principalmente a medidas
como la adopción de cuotas en las listas electorales, pese a lo cual ese
crecimiento no se reflejó en el número de
mujeres que ganó un escaño, ya
que fue tan sólo un 0,1%.
A nivel mundial, los países que
eligieron los porcentajes más altos de
mujeres el año pasado fueron Senegal
(41,8%) y Noruega (41,4%), mientras
que en Europa se produjeron tanto
los mayores aumentos (Francia) como
pérdidas (Islandia, Liechtenstein).
El secretario
general de la Unión, Martin Chu,
calificó el año como “decepcionante”,
con la excepción de algunos países que
progresaron gracias a la voluntad
política.
“Es
de vital importancia que las mujeres formen parte de las instituciones en que se adoptan las decisiones, tales como el parlamento. Es fundamental; no solo
para la igualdad de género, sino también para la democracia y para la legitimidad de sus procesos”.
En las Américas la representación parlamentaria femenina
aumentó 0,3 puntos para llegar a un 28,4% de los escaños. Argentina
(38,1%), Chile (22,6%) y Ecuador (38%), lideraron la mayor representatividad debido a que
diseñaron leyes progresistas para
favorecer la promoción del liderazgo político de las mujeres.
En las Bahamas, tanto la Presidencia
como la Vicepresidencia del Senado están ocupadas por mujeres mientras que, en Honduras, donde los comicios se celebraron en un contexto
de violencia sistemática contra las mujeres, la representación descendió casi cinco puntos porcentuales.
En términos de máximo liderazgo se constata también un
retroceso en la región al no quedar ninguna jefa
de estado a finales de 2017.
La Unión indica en su informe que
los parlamentos han de ser lugares
en los que las mujeres puedan trabajar sin temor a ser acosadas,
aunque no siempre se produce esa circunstancia.
Las parlamentarias denunciaron ser
víctimas de acoso sexual pero
fueron incapaces de denunciarlo, como quedó constatado en un estudio de la UIP sobre sexismo, acoso
y violencia.
El informe
destaca que la creación del movimiento #YoTambién sirvió para sensibilizar el sexismo y las conductas
inapropiadas en el mundo laboral
en general,incluyendo a la política.(Fuente: Noticias ONU).
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